viernes, 2 de noviembre de 2007

Siempre llega el enanito…

Cuando no lo oigo simplemente lloro... dentro y fuera:
- ¿Dónde estás enanito? Imagino tu sonrisa convertida en una mueca. ¿Sabes enanito? Tu fuerza es mi fuerza; tu sonrisa es mi sonrisa; si te rindes, yo me rindo. Si te callas, sólo estaré solo… sin mí.

Pero "siempre llega el enanito" a quitar la mortaja de mis sueños, a mostrarse heroico sobre su corcel “Rocinante”:
- Aquí estoy, amigo mío, aquí estoy. No me he rendido. – dice risueño - Pero debes saber, amigo mío, que no es mi silencio sino el nuestro que te aísla de ti, que te esconde de mí.

Vuelve a su trabajo el enanito, a correr nuevas piedras hasta llegar al salón principal, donde sólo él llega, "donde está el motor que mueve la luz".

BTZ

viernes, 4 de mayo de 2007

Quisiera que las cosas hubieran sido distintas…


“No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueños y agonías?”
Fragmento de “Ajedrez II”
Jorge Luis Borges


Quisiera que las cosas hubieran sido distintas… ¿Eso es tan malo?... Quien miente no hace otra cosa que evadir el destino, o al menos intentarlo. Si hubiera actuado diferente, tal vez habría cometido ese pecado. Quizás las cartas estaban dadas y, simplemente, jugué mal. Quizás mis cartas no eran las mejores; o no supe verlas correctamente y confundí diamantes con corazones. Mi única certeza fue el color rojo.

¿Rojo? ¿Y si fue un engaño? Los que saben aseguran que la sangre es bordó, y que, ésta se torna roja al oxigenarse, debido a la presencia de hemoglobina. Tal vez mi carácter impulsivo (pasional) es como el oxígeno y confundo el bordó con el rojo. Mi única certeza entonces es que estoy confundido.

La confusión me genera dudas que resuelvo, a veces con aciertos y otras con desaciertos, con decisiones. Entonces ¿será mi única certeza que mi paso por la vida está cargado de decisiones?

Decisión, impulso. Decisiones impulsivas: intuición. Esa suerte de sospecha de la elección correcta, conformada por mis deseos y todas mis experiencias pasadas, lo que aprendí de ellas, o lo que recuerdo de ellas.

Pero… ¿Qué quiere este mundo de mí? ¿Qué querés vos de mí? Vivir en sociedad es tan necesario como condicionante… Yo soy mis yo y el medio que me rodea. Vivo mi vida con la acotada libertad que produce la búsqueda de la aceptación de los demás, acentuada más aún en el grupo que quiero encajar. A lo largo de mi vida he encontrado personas que, a diferencia del resto y producto de vaya uno a saber qué emociones y expectativas, son especiales. Es allí donde me encuentro con el máximo desafío: satisfacer las expectativas de esas personas que ocupan un distinguido lugar en mí.

Destino, certeza, confusión, decisión, impulso, pasión, intuición, expectativas… Son muchas palabras fuertes… Todas ellas me condicionan en la búsqueda de la solución de problemas, porque en cada una de ellas encuentro infinidad de interrogantes. ¿Estaré planteando correctamente el problema?

¿Deberían haber sido diferentes las cosas? No. Mi única certeza es que quisiera que las cosas hubieran sido distintas... el sentimiento de deseo es una libertad absoluta de la cual somos presos. ¿Eso es tan malo?...

martes, 24 de abril de 2007

La importancia de la participación juvenil

Discurso en la primera reunión del Capítulo Joven del Foro Ecuménico Social - “Los jóvenes y su responsabilidad social y ciudadana”


Esta nueva iniciativa del Foro Ecuménico Social es una demostración más del importante rol que debemos, podemos y queremos cumplir los jóvenes como actores protagonistas, comprometidos y responsables.

Está generalizada la idea de que los jóvenes somos el futuro. Lo cierto es que no hay futuro sin presente, por lo que esa idea resulta un tanto incompleta; ya que no contempla nuestro compromiso de hoy. Pareciera que seremos partícipes activos en un futuro, cuando, en realidad, no seremos tan jóvenes.

Los integrantes de este panel, que tengo el agrado de compartir, son un claro ejemplo del importante lugar que ocupamos, hoy, los jóvenes.

El Foro Ecuménico no es ajeno a esta concepción y demuestra su inquietud con este nuevo espacio de debate y acción del que todos podemos ser parte, y doy por sentado el compromiso de todos los aquí presentes.

Por mi parte, abrazo la idea de crear espacios serios que fomenten la participación. Hace algunos años tuve la suerte de colaborar en la creación del Museo de la Deuda Externa de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, ideado por el Ing. Simón Pristupin (un gran innovador en materia de procesos de enseñanza y de aprendizaje).

Una de las particularidades de este proyecto es que proponía una estructura conformada sólo por voluntarios. En un principio éramos pocos… pero con un enorme compromiso, a tal punto que el proyecto fue totalmente resiliente. La falta de presupuesto y muchos otros traspiés no fueron suficientes para que esta idea no fuera exitosa.

La mayoría de los más de cuarenta voluntarios que hoy participan en el museo, ya llevan más de tres años en el proyecto. Esto se debe en parte, al carácter horizontal de su organización. El museo de la deuda externa es de quienes participaron. Gracias a su compromiso, se dio algo que parece bastante difícil: el triunfo de la idea.

Participar, involucrarnos voluntariamente brinda diferentes ventajas. En tal sentido, quiero destacar tres de ellas:
  1. En primer lugar, eleva la autoestima: a medida que aumenta la participación en asuntos que nos son propios, directa o indirectamente, vamos recuperando la confianza, y podemos vernos como personas que aprenden, transforman y propician el cambio positivo.
  2. En segundo lugar, promueve el respeto: En iniciativas como esta, en la que llegaremos a identificarnos como grupo que trabaja en función de una agenda consensuada, se da una suerte de reconocimiento del “otro”, que va mucho más allá de la tolerancia.
  3. En tercer y último lugar aumenta, en gran medida, la conciencia política, que no está vinculada necesariamente con la partidización, sino con aprender una visión de los problemas en un sentido más global. De hecho, la baja participación y afiliación en partidos políticos no significa que los jóvenes no estemos interesados en el futuro político de nuestra sociedad. Sucede que hoy la participación está dirigida hacia cuestiones más concretas y, en general, orientadas al servicio.

Los jóvenes somos un factor importante en la producción de cambios en todos los niveles, pero no somos el único. Es por eso que creo que cualquier iniciativa “joven” debe propiciar el diálogo inter-generacional, por supuesto, sin perder de vista el lugar inobjetable que debemos ocupar.