viernes, 4 de mayo de 2007

Quisiera que las cosas hubieran sido distintas…


“No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueños y agonías?”
Fragmento de “Ajedrez II”
Jorge Luis Borges


Quisiera que las cosas hubieran sido distintas… ¿Eso es tan malo?... Quien miente no hace otra cosa que evadir el destino, o al menos intentarlo. Si hubiera actuado diferente, tal vez habría cometido ese pecado. Quizás las cartas estaban dadas y, simplemente, jugué mal. Quizás mis cartas no eran las mejores; o no supe verlas correctamente y confundí diamantes con corazones. Mi única certeza fue el color rojo.

¿Rojo? ¿Y si fue un engaño? Los que saben aseguran que la sangre es bordó, y que, ésta se torna roja al oxigenarse, debido a la presencia de hemoglobina. Tal vez mi carácter impulsivo (pasional) es como el oxígeno y confundo el bordó con el rojo. Mi única certeza entonces es que estoy confundido.

La confusión me genera dudas que resuelvo, a veces con aciertos y otras con desaciertos, con decisiones. Entonces ¿será mi única certeza que mi paso por la vida está cargado de decisiones?

Decisión, impulso. Decisiones impulsivas: intuición. Esa suerte de sospecha de la elección correcta, conformada por mis deseos y todas mis experiencias pasadas, lo que aprendí de ellas, o lo que recuerdo de ellas.

Pero… ¿Qué quiere este mundo de mí? ¿Qué querés vos de mí? Vivir en sociedad es tan necesario como condicionante… Yo soy mis yo y el medio que me rodea. Vivo mi vida con la acotada libertad que produce la búsqueda de la aceptación de los demás, acentuada más aún en el grupo que quiero encajar. A lo largo de mi vida he encontrado personas que, a diferencia del resto y producto de vaya uno a saber qué emociones y expectativas, son especiales. Es allí donde me encuentro con el máximo desafío: satisfacer las expectativas de esas personas que ocupan un distinguido lugar en mí.

Destino, certeza, confusión, decisión, impulso, pasión, intuición, expectativas… Son muchas palabras fuertes… Todas ellas me condicionan en la búsqueda de la solución de problemas, porque en cada una de ellas encuentro infinidad de interrogantes. ¿Estaré planteando correctamente el problema?

¿Deberían haber sido diferentes las cosas? No. Mi única certeza es que quisiera que las cosas hubieran sido distintas... el sentimiento de deseo es una libertad absoluta de la cual somos presos. ¿Eso es tan malo?...

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