Discurso en la primera reunión del Capítulo Joven del Foro Ecuménico Social - “Los jóvenes y su responsabilidad social y ciudadana”
17-05-06 www.foroecumenico.com.ar
Esta nueva iniciativa del Foro Ecuménico Social es una demostración más del importante rol que debemos, podemos y queremos cumplir los jóvenes como actores protagonistas, comprometidos y responsables.
Está generalizada la idea de que los jóvenes somos el futuro. Lo cierto es que no hay futuro sin presente, por lo que esa idea resulta un tanto incompleta; ya que no contempla nuestro compromiso de hoy. Pareciera que seremos partícipes activos en un futuro, cuando, en realidad, no seremos tan jóvenes.
Los integrantes de este panel, que tengo el agrado de compartir, son un claro ejemplo del importante lugar que ocupamos, hoy, los jóvenes.
El Foro Ecuménico no es ajeno a esta concepción y demuestra su inquietud con este nuevo espacio de debate y acción del que todos podemos ser parte, y doy por sentado el compromiso de todos los aquí presentes.
Por mi parte, abrazo la idea de crear espacios serios que fomenten la participación. Hace algunos años tuve la suerte de colaborar en la creación del Museo de la Deuda Externa de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, ideado por el Ing. Simón Pristupin (un gran innovador en materia de procesos de enseñanza y de aprendizaje).
Una de las particularidades de este proyecto es que proponía una estructura conformada sólo por voluntarios. En un principio éramos pocos… pero con un enorme compromiso, a tal punto que el proyecto fue totalmente resiliente. La falta de presupuesto y muchos otros traspiés no fueron suficientes para que esta idea no fuera exitosa.
La mayoría de los más de cuarenta voluntarios que hoy participan en el museo, ya llevan más de tres años en el proyecto. Esto se debe en parte, al carácter horizontal de su organización. El museo de la deuda externa es de quienes participaron. Gracias a su compromiso, se dio algo que parece bastante difícil: el triunfo de la idea.
Participar, involucrarnos voluntariamente brinda diferentes ventajas. En tal sentido, quiero destacar tres de ellas:
- En primer lugar, eleva la autoestima: a medida que aumenta la participación en asuntos que nos son propios, directa o indirectamente, vamos recuperando la confianza, y podemos vernos como personas que aprenden, transforman y propician el cambio positivo.
- En segundo lugar, promueve el respeto: En iniciativas como esta, en la que llegaremos a identificarnos como grupo que trabaja en función de una agenda consensuada, se da una suerte de reconocimiento del “otro”, que va mucho más allá de la tolerancia.
- En tercer y último lugar aumenta, en gran medida, la conciencia política, que no está vinculada necesariamente con la partidización, sino con aprender una visión de los problemas en un sentido más global. De hecho, la baja participación y afiliación en partidos políticos no significa que los jóvenes no estemos interesados en el futuro político de nuestra sociedad. Sucede que hoy la participación está dirigida hacia cuestiones más concretas y, en general, orientadas al servicio.
Los jóvenes somos un factor importante en la producción de cambios en todos los niveles, pero no somos el único. Es por eso que creo que cualquier iniciativa “joven” debe propiciar el diálogo inter-generacional, por supuesto, sin perder de vista el lugar inobjetable que debemos ocupar.
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